Me solté hacia el vacío, estaba en un 6º piso, era 1952, y tenia 70 años, había llegado el fin de Martín
Alsa. Ella había fallecido hacia pocos meses y no había logrado reponerme. Había perdido su amor y
además no había podido apartarle de quien le manipulaba. Su enfermedad, la había comido por dentro,
cuando la visitaba decía:
_¡Martín has algo por mí!. Intentaba con mis manos coger su cabeza, pero mi fuerza mermaba, sé
agotaba, no podía apartar de su cuerpo el cáncer. Esta lucha interior entre el bien y el mal, permitía que
en su interior creciese la enfermedad. Ella fumaba y carraspeaba, se hallaba en sus últimos días, los
calmantes la tenían drogada. Soñaba con un campo con flores, sentía aproximarse el fin, deseaba escapar
de ese cuerpo que la limitaba. Mientras, yo me revolvía contra el destino. Era mayor que ella, 37 años.
Siempre le había amado en secreto. Nada podía hacer, mi fuerza menguaba. Por más que
preguntaba a la Mirada que Habla, ella respondía: "que debían unirse las dos mitades y mi tarea ya estaba
cumplida" , mi momento ya estaba superado, debía dejar para otros mi papel , mi rol. La Mirada me
mostraba a dos jóvenes en Barcelona que si forzaban la unión.
El vacío era libre, fresco, en mi caída sentía que me separaba y me observaba. El suelo se aproximaba
vertiginosamente. A mi lado la Mirada hacia que sintiese su contacto. Maldecía por no haber podido
salvarla. Ella había quedado prisionera de la oscuridad. Abajo la ciudad se preparaba para resistir otro
día, me recordaba mi habitación en el Hotel Intercontinental y las de mis vecinos. Mis manos tiritaban
de frío, se estremecían tan solo de pensar en el golpe y el dolor . En los últimos segundos antes de la
muerte, le miraba de frente y le sonreía . Cuando ella murió, vi que su cuerpo se separó y
una mancha negra se elevó .
Me sentía derrotado exhausto, me aparté, mientras se oía la risa que había sellado la Atlántida. La Mirada
me convenció para retirarme a descansar a la montaña , pero su recuerdo se hacia insoportable .
El golpe seria seco. Mi corazón se pararía, tal vez mi cabeza estallaría. Sería el fin de Martín Alsa. En la
mañana siguiente los periódicos titularían : -¡ Ha muerto el financiero M. Alsa! -. Los de izquierda dirían:
_ ¡Se suicidó ayer a la tarde el financiero de Eva Peron!- , o la derecha diría: ¡De forma misteriosa sé
suicida el mayor banquero de Buenos Aires !-. Nadie hablaría de Atarulfo Itenias y su relación con los
Salvat.
La despertaron, le dijeron que eran las cinco de la tarde. Bebió un poco de café, no quería comer,
le comenzaron a vestir, lentamente. Su enfermera le subió la falda, luego le anudó la blusa y le puso una
chaqueta gris clara. Se sentó en la cama, parecía desmallarse allí mismo. Las medias de seda, luego
sus zapatos , las joyas. Le peinaron hacia atrás, fuerte el rodete, liso el cabello sobre su nuca, -como a ella le
gustaba- , poca pintura en los ojos , algo de colorete para disimular su palidez.
Respiraba pausada, pidió un cigarrillo. Ella tal vez pensaría, ¡hoy haré un gran discurso!. Fue el día que
iba a renunciar a su candidatura por la vicepresidencia. Las presiones militares y el populismo superficial
y carismático del General , habían creado una gran oposición de la milicia a su objetivo. Hoy seria su gran
día y por ello le permitían echar un cigarrillo. También le habían inyectado más morfina de lo normal.
Sus dolores ya no le abandonaban, la droga le mantenía en un ánimo inestable, a momentos murmuraba,
en otros se extasiaba en sus pensamientos .
Ayer había solicitado ver a Martín Alsa y a su último amante. Con Martín conversó largamente. A su
amante le rechazó sus lamentos, era orgullosa y fuerte, le despidió a los gritos, no toleraba los cobardes.
De Martin Alsa aceptó, la confirmación de su deterioro físico. ¿ Cuántos amantes había tenido?. Nadie lo
sabía , era un secreto de Estado , solo ella y tal vez su esposo lo conocían. O era más una fama que le
perseguía envuelta en su ambición para ascender en la escala social. O era el precio del reconocimiento.
Le tome la presión, me miró, se animó a decir -ayer me descompuse-. Él pretendía ver en mi las noches
del pasado verano, -¡ay!-, Martin, tú me confirmas lo que yo presiento. Ahora que entraba en la historia -
pensaba Martin- , era capaz de hablar de sus debilidades, ¿o inclusive de sus necesidades?.
Me cuesta alzarme, la tos me altera, me pone histérica, esta tarde siento en mi cuerpo los últimos días.
¡Está enfermera estúpida me observa! . Ella sabe que mis pulmones van a estallar. Está tarde tengo
menos nauseas , ¡si hasta tengo fuerzas para hacer un buen discurso !. ¡ Estos militares me han hartado!.
Regresa el asco, hoy tendré que hacer un gran esfuerzo, es el último para mi pueblo, el último para mí
General. ¡ Los oligarcas van a sentir mi látigo! . La impotencia me abruma, ¿ porque me ha tocado a mí,
soy joven, estoy en mi mejor momento ?. ¿Quién ha querido castigarme?. Este cáncer se ha pegado a
mis pulmones, no espera ni un segundo, desea matarme. ¿ Será un castigo divino?. ¿ Habrá sido por mis
infidelidades ?. - No creo -. La relación con ellos, me daba darme fuerza en los momentos difíciles. Eran
hombres cobardes, solo aspiraban a poseerme, pero, yo les hacia hincarse, unirse debajo de mí, nunca
subirse, nunca tocarme. Mi General era distinto, él se acercaba y me susurraba sus deseos. Él era brioso y
dulce. Solo debía esperar y su boca rozaba mis senos, solo él era capaz de hacerme perder, de unir su
cuerpo y el mío y yo jadeante gritar. Era tan guapo, sus labios me mordían y aunque pesado, me
encantaba aguantarle. Aún recuerdo los primeros días en el Ministerio de Trabajo, cuando nos
encerrábamos, solos . Este cigarrillo al tirar de él, la tos regresa, me envenena. ¡Esta estúpida, quiere
inyectarme más calmante!. No tengo fuerzas para resistirme, la droga me tranquiliza. Debo levantarme e
ir hacia la ventana, necesito, deseo ver el día.
Se oyen pasos, se acerca Él, pregunta:
_ ¿ Estás bien? . Ella le contesta murmurando, sin fuerzas:
_Me duele el cuerpo, pero, hoy deseo hablar... -. Le ayuda a ponerse de pie. Avanzamos por la salida
hacia el comedor . La sujetan para bajar las escaleras, un coche negro le espera.
Le subieron en el asiento trasero, a su lado se sentó la enfermera, delante el chofer y Él. Ella iba en
silencio, respiraba jadeante, pidió otro cigarrillo, se lo acercaron a su boca, aspiró, el humo surgió
desde su nariz , aguantó la tos. Atravesamos Pueyrredon, luego giramos por Plaza Independencia,
ante nosotros apareció la Casa de Gobierno. La retiraron del asiento y entre dos la subieron al primer piso.
Se desmayó, le dieron oxígeno. Él ordena inyectarle morfina, era su tercera dosis del día. Tal vez,
por una cuestión de estado ella debía hablar, debía renunciar a su candidatura. Los militares no permitirían
al General otro desplante. Se recuperó, nos miró, ayudada por dos le acercaron, con cuidado, hasta
el filo del canto de la balconada, debajo una muchedumbre áspera, fuera de sí gritaba su nombre.
El se colocó detrás de ella, mientras se reanimaba, temblando, a medida que hablaba, surgía su nervio.
Era Ella, la única capaz de hacer callar al país, la única capaz de imponer el silencio a los uniformes.
Aquella advenediza, aquella actriz de 2ª orden, se inflamaba y exhultante les hacia saltar las lágrimas a la
prole, a los obreros. Ella sola, era capaz de despertar el odio de clase de los burgueses, el resentimiento de
los oligarcas.
No podían tolerar su lengua, mordaz, ni ese país de descamisados, de insolentes. No podían aceptar a este
monarca popular, a esta ramera, que les recordase desde su lecho de muerte las obligaciones que ellos no
deseaban, ¡ los derechos que debían respetar ! . ¡ Qué insolencia, pretender ser vicepresidenta!,
exclamaban para desmerecerle .
Mientras viajábamos en el coche, recordaba mi visita a Madrid, el recorrido al Museo del Prado.
Ver a Velázquez imponente, sus figuras me parecían pequeñas gotas de una realidad que me pertenecía,
era la Corte y sus cortesanos, el boato que giraba a su alrededor. Me imaginaba como la niña pequeña de
las Meninas y de solo pensar que me habían educado para ser la autoridad me entusiasmaba. Habían
pensado en este país, que se encontrarían con una pequeña mujer de 1,50 mts., y se hallaron con una gran
dama, capaz de abrir sus manos llenas de trigo. Siempre había soñado con el momento del poder. Con la
satisfacción de dar desde él a los demás . Sentía fascinación por vaciarlo, dar el Estado, despedazarlo.
Había construido mi leyenda en la frase: -Evita dignifica -. Una simple actriz, usaba del poder del
Estado, para convertir mis sueños, mis ilusiones en realidad. El pueblo me veía como un Rey Midas, que
era capaz de encantaba llamar por teléfono a las empresas y solicitar parte de su riqueza a través de
donaciones. Mi poder se afianzaba al usar de él y dispersarlo entre la plebe, entre los sueños de estos
pobres diablos.
Siento un ahogo, me están empujando hacia el primer piso de la presidencia de gobierno, no puedo
continuar el hilo de mis pensamientos, me abandonan las fuerzas . ¡ Maldita vida!. ¡Maldita enfermedad!
...Me han dicho que he tenido un desmayo, ¡ esta asquerosa me ha vuelto ha inyectar!. La morfina se
esparce, los dolores desaparecen, creo que podré hacer un buen discurso. Mi General, ¡ayúdame!,
sosténme un momento. Siento murmullos, ¡ hay demasiados militares esta tarde!.
Presiento que las presiones hacia Él son más fuertes de lo que intuía. Voy acercándome al micrófono ya
oigo a mi gente, la plaza está llena. Me late el corazón, está a punto de salirse, ahora me escucharán...
¡Compañeros!. ¡Estoy aquí!. En estos días he pensado mucho en todos, en mi General, en nuestro querido
país. No existe la revolución peronista sin Peron. ¡Ustedes deben defenderlo!. Yo, quiero presentarme a
la vicepresidencia, pero, ...mis fuerzas no me acompañan, ¡es necesario que otro ocupe mi sitio! ... Siento
que regresan mis sudores. ¡Compañeros !...
Lleva más de una hora hablando, se despide, se vuelve hacia Él. Este la retiene y la abraza. Siente que ha
lo ha dado todo de sí, sonríe y levanta sus brazos, los acerca a su boca, enarca las cejas, sus pupilas van a
estallar, retira las manos de sus labios , abre los brazos y en un gesto los lanza al público . La plaza sé
derrumba de fervor, la histeria es una energía que une a cada uno de los presentes. Ella recostada en el
General escupe sangre hacia un costado. Los militares al verla se ponen lívidos, no pueden creer que
aquella mujer este a punto de morir. El pueblo le obliga a despedirse nuevamente. Los ojos de Él miran
hacia la enfermera , esta acerca una camilla . Ella se retrae, quiere esquivar el camastro y retirarse por su
propio pie. La sostienen entre varios, la dejan caer recostada, el balcón queda vacío. Ella se inclina,
gira su cabeza y vomita. Aquello solo es líquido, solo espasmo. Dentro de ella, no hay más que sangre
ocupando sus pulmones. Se la llevan, él viejo caudillo se vuelve sobre sí mismo, esta derrotado. La
ambición le ha devorado, sus pupilas están enfermos de orgullo. Él sabe que solo queda prepararse para
resistir. Él sabe que el recorrido de su gobierno será efímero, como cruel déspota apurara estos años antes
del exilio. Al salir Él busca entre sus bolsillos, sus dedos acarician un fino hilo de oro. Una mueca de
sonrisa se eleva con un ligero quiebro de su mentón, acaba de recordar que aún es capaz de anudar
aquello, en sus ratos libres al pecho frívolo de sus jovencitas.
Serian cerca de las 10 de la mañana, llegue a la calle Pueyrredon, era una casona gris, con una valla alta
de cemento y una puerta de hierro de color verde oscuro, al traspasar la entrada, hacia la derecha,
había un árbol frondoso , que ocultaba una puerta con cristaleras. Levante la mano de cobre del centro de
la puerta y pique tres veces con fuerza. El ruido metálico, me despertó del sopor que arrastraba. Se
entreabrió un poco la hoja y se asomó un señor mayor de traje oscuro. Llevaba unas hombreras grandes y
una corbata en tono azul pálido. Sus ojos de color negro, con cejas suaves, una nariz redonda y un cabello
oscuro y lacio que peinaba con gomina en abundancia. Su mirada se me incrustó, sentía que me
repasaba. Intente reponerme de la situación y directo pregunté:
_¿ Está el Sr. Ludovico?.
_Si, le espera. Pase Ud. Entramos a una sala grande, atravesamos un pasillo, de un lado se veía el patio y
sus plantas y una parra que daba sombra . Llegamos al fondo, se habría una habitación, era una
cocina , pequeña , con una mesa de frente a la ventana del patio, casi al final sentado en un sillón estaba
Él, de espaldas, con su cabello rizado y canoso. El ayudante le dijo:
_¡Esta Martín Alsa!.
Se giró un poco, elevó su cabeza y clavó su mirada en mi, otra vez sentí que me escrutaban. Una señal
suya me indicó una silla a su lado. Me acerqué hasta él. Era una mañana en que el sol llenaba toda la
habitación. Los dos nos quedamos sentados en dirección al patio. Sentía el contacto de la Mirada que
Habla. Comenzó a hablar lentamente dejando que su cabeza estuviese en dirección al exterior, yo veía
reflejarse en la pared lo que decía. Eran unas imagines frescas, allí sé repetía sin cesar una implosión
gigantesca en él mar. Las olas se levantaban bruscamente y las montañas se convertían en lava una
furiosa, ardiente, roja que caía verticalmente sobre el agua . Todo se precipitaba en un foso inmenso que
se tragaba una isla.
Luego veía elevarse dos mitades hacia el cielo, una la Mirada que Habla se desplazaba
hacia Occidente , la otra , la Mirada de A hacia Oriente . Al fondo unos Monjes Negros sé
alejaban , caminando , mientras el mar les abría paso. Nadie se giraba para contemplar lo andado,
todos iban presa del pánico y brutalmente empujados por el viento y una lluvia de lodo. Un estruendo de
fondo llenaba la cocina. Los escapados marchaban apretando sus pies sobre la tierra, que se liberaba del
mar. Detrás cerraba el agua, un pez de unos ojos verdes intensos que susurraba un nombre: ¡la Atlántida!.
De repente la imagen del Pez se freno en seco y yo comencé a escuchar una letanía que decía:
_"Yo, Ludovico, Arens , Victor , Aaron , Isaias , Josue , la Mirada que Habla. Te he llamado para una
misión , a ti: Martín Alsa Atarulfo Itenias, probablemente no puedas con ella, probablemente te
empuje al vacío y al suicidio, probablemente veas los ojos del rey del terror y solo una persona se
interponga entre él y tú. Probablemente sientas que fracasas, probablemente le ames a Ella y no la
puedas salvar . Debes evitar que se apague la luz de Barcelona, tú conoces que posees dos identidades.
Deberás hacer 4 viajes y contar varias historias para mantener el interés de la Mirada de A. Tu serás él
único en conocer a Ludovico y Salvat el mediano . Pero tu tarea no será unir ambas mitades, esto será
posible cuando tengamos la fuerza suficiente para recuperar la Atlántida . La voz se detuvo un instante.
Ludovico cogió la taza y se giró hacia mí y me la entregó. Me fue posible, mirar sus ojos, eran de
color amarillo esmeralda. Veía a través de ellos el universo. Ellos me contenían y me transmitían poder.
Sonrió. Poco a poco esta se transformó en una carcajada, cogió la otra taza, la bebió de un sorbo y dijo:
_Te darán dinero, cogerás una casa, te comprarás varios trajes, serás banquero y tu fama superará a tu
nombre.
La entrevista había concluido. Deje la taza, me levante y siguiendo al sirviente, entramos en
una habitación , este cogió una maleta y me la entregó. Me dijo:
_Ud. lleva aquí mucho dinero. ¡Úselo!. Cogiéndome del brazo, me acompaño hacia la puerta de la casa.
Al salir de allí estaba confuso, tenia más dinero de lo que hubiese imaginado en la vida. La maleta pesaba,
¡cojones! , los zapatos me bailaban, me aflojé la corbata, me dirigí a coger un autobús que me llevase al
centro de la ciudad . Al apearme, mire un letrero que decía: "Banco de la Nación". Entré en él, fui hasta la
ventanilla, hice un depósito. El empleado no podía creer lo que estaba pasando, llamó a su jefe, ambos
miraron los billetes, después de contarlos febrilmente me extendieron un recibo por el importe de 1.000.000
de pesos. En la parte inferior del impreso justo debajo del nombre del banco, aparecía su capital social
-500.000 pesos-. La fecha de la operación, era 3 de diciembre de 1901.
Soy la Mirada de A, me han confiado la Luz, debo cuidar de ella, debo evitar se apague, mi padre
recibió el encargo y él me lo ha transmitido. Estos últimos años he sentido mucho miedo, mi cuerpo
está enfermo . Además no deseo esta tarea, me rebelo contra ella. Todas las mañanas me levanto a las
4 de la madrugada y voy directamente hacia el horno, cuando veo que la luz del fuego sigue viva, me
dirijo hacia el lavabo , debo prepárame antes que lleguen los trabajadores . Mi padre solo me dijo:
_Cuida de la Luz, de tu unión y la Mirada que Habla regresará la sabiduría. El te visitará cuatro
veces, te contará el secreto de nuestra misión . El te rebelará cuál es tu tarea -.
Años llevo en esta espera. Ayer he sabido, que alguien vendrá.
Al abrir la puerta, apareció Atarulfo Itenias. Desde el primer momento he intuido que era él, mis
dudas eran si tenía ante mi a la Mirada que Habla o un enviado. Dijo: ¡ buenos días, me llamo Atarulfo!.
Me aparté del mostrador le abracé, le invité a pasar dentro y me dispuse a preparar café. Estabamos
frente al obrador, mirábamos fijamente la Luz . Envié a mis empleados a sus casas. Solo me preguntaba:
¿Dónde estaría mi hermano de Occidente?. ¿ Porqué me enviaba un mensajero y no venia él
directamente?. Atarulfo comenzó a decir:
_Me envía la Mirada que habla, el de cabellos rizados, blancos. Es el que dicen que sus ojos cristalinos
pueden ver el todo. Me ha pedido que te visite varias veces pues junto a ti debo recorrer el camino
del saber .
La cancillería nos ha confirmado que Ella estará en Madrid durante cinco días, llegará en avión dentro
de una semana . ¿ Cómo será esta mujer? . Dicen que es muy bella, un poco autoritaria quizás. He
comunicado a mi gobierno que prepare un recibimiento al estilo de los que realizaba Mussolini, espero
dejarle impresionada.
Hoy me duele un poco la barriga, he asistido a misa de la mañana. Carmen me ha suplicado que la
reciba siempre en su presencia. ¿ Cómo son las mujeres?. A mi edad ya no tengo interés en otra
dama, máxime siendo enviada de un país amigo. Pero debo confesar que estoy intrigado por ver sus
ojos , dicen que sus labios son preciosos . Pero, debo repasar mis objetivos, ellos son esencialmente
trigo y carne. Con suavidad, sin torpezas debo obtener una ayuda suplementaria. Este invierno será
duro , no puedo permitir que la propaganda roja tenga algo de que hablar . He escuchado que el General,
su esposo , tiene fama de mujeriego y le utiliza a ella para sus fines de propaganda. ¿ Será verdad?.
No se pasa este dolor, anoche comí demasiado. Me intriga que Ella nos avise que desea visitar
una persona de Barcelona . ¿ Quién será este Salvat? . Mis servicios dicen que es un fabricante de
sombreros, del régimen sin dudarlo . Su padre tenia fama de masón, pero ya esta muerto, y
muerto el perro , muerta la rabia.
Mi calva ya comienza a notarse, soy el Generalísimo, nadie discute mi autoridad, pero no puedo
evitar esta caída del cabello. A mi pueblo le agrado igual. Esta tarde debo ver al obispo,
debo cuidarme con los compromisos, la última vez le concedí aquel famoso permiso de
libertad para varios rojos que luego la Falange me recrimino. El juego de equilibrios me fatiga, mejor
era la guerra , todos estaban en el mismo bando. Ahora todos pretenden obtener provecho, el único
que vela por España soy yo . ¡ Si hasta Carmen no se conforma, quiere estar presente en mi entrevista a
solas con Ella ! . ¡Si lo importante es el trigo! .
Las mujeres deberían apartarse de la política. El juego de la negociación se les antoja pasional,
solo la derrota del enemigo es posible a través de la frialdad del resultado .
Estrecho su mano y siento lo blandengue de su carne. Su estatura es baja, disimula su barriga, y su voz
es aflautada. ¡ Caray!. Me recuerda un actor de la radio que trabajaba conmigo. ¿ Qué hay detrás de este
cerdo?. Es baboso, le veo dispuesto siempre a complacer. Los que están a su alrededor le respetan como sí
de ello dependiesen sus vidas. Me habían prevenido contra el Generalísimo. Mi marido riendo había
dicho: -¡cuidado dicen de él que no tiene alma!-. En el viaje había dado vueltas a la frase, apenas él
comenzó a hablar la entendí, solo deseaba trigo y carne. ¡Le importaba un bledo mi persona!. o ¡la
amistad entre nuestros pueblos !. El ya había planteado su posición, su sitio en la historia. No poseía
otro objetivo , este era su arte. Sorbía la sopa haciendo ruido, solo había vivido entre la tropa. Al
mirarle, con insolencia respondía. Me lo imaginaba con su mujer y el Jesucristo en la pared a sus
espaldas . No sé cuantas veces se habrían acostado juntos, aquello era un amor de poder. Carmen era
cruel , fría , calculadora. Le encantaban las apariencias y la vida cortesana. Me llevaron a un desfile de
tropas, ¡aquello parecía el fascio de antes de la guerra! . Me harté de tanta historia provinciana. El primer
día tenia ganas de regresar. Pero pensaba en mi General, en la seguridad de abrir una cuenta aquí. Me dije
mi misma con el trigo enviaras una partida para depositar en Madrid . Era mi justificación para aguantar a
este sapo. Si, ¡era verdaderamente un sapo! . Ella y Él me seguían sin despegarse. Pretendí hablar en la
concentración y pusieron pegas . Me enviaron un ayudante para convencerme, le aguanté casi dos horas,
explicándome cosas tales como: que si Ud. habla de justicia social , que si habla de los derechos de los
obreros, que si habla de la democracia ,¡comprenderá que es un discurso que hacían los rojos antes y el
país no esta preparado!. Ud. convendrá conmigo -decía el bastardo - que es mejor dejarlo para su próxima
visita .
_Lo mejor sería un desfile. Grande, espectacular, con su tribuna desde donde vosotros observáis el gentío.
Me levanté y le dejé sentado. Ya encontraría la manera de que los españoles me recordasen.
Probablemente si me pedían dos cargamentos de trigo les enviase el doble.
He llegado a su despacho a las 10 y media. Me había propuesto ser directa con el Generalísimo. Me
hicieron entrar , estabamos solos. Se sentó en una silla frente a mí, habría casi un metro de distancia.
Me había puesto un vestido de color turquesa, mis zapatos eran de tacón alto, blancos, llevaba mi cabello
recogido hacia atrás . Él vestía un uniforme gris, de ejercito de tierra, con sus guerreras de general, se le
veía una corbata negra , calzaba botas brillantes. Su altura contrastaba con mi fina delgadez. Su mirada se
movía entre mi cabeza y la altura de mi busto, de vez en cuando reposaba su vista fijamente en mi.
Parecía dispuesto a negociar, este hombre era testarudo y odiaba pedir ayuda. A solas se humanizaba y
hasta parecía un sencillo personaje que tal vez deseaba regresar al campo o irse a pescar.
Sonrió, carraspeo levemente, comenzó diciendo:
_Señora no sabe Ud. cuanto le apreciamos en este país. Su labor social ha hecho mucho bien por su
patria . Nosotros, los españoles hemos tenido una gran guerra, el bien y el mal se han enfrentado y
hemos ganado no sin grandes esfuerzos. El país ha quedado hundido, el hambre rodea las ciudades.
Mi gobierno le ruega encarecidamente si puede su país ayudarnos en estas horas difíciles. Se detuvo,
la pausa unió su alma a la mía, intente esbozar una respuesta:
_Generalísimo, comprendemos sus esfuerzos -intenté hablar en tercera persona-. Mi marido, me ha
pedido que Ud. ponga la cifra de lo que necesite, le corresponderá con cariño. La cara de él se aligero con
tibieza, dijo:
_Gracias Eva. Al llamarle por el nombre el falsete de su voz se disparó desbocada. Decidí proseguir:
_Solo deseamos, que algunos intereses sean bien considerados por su gobierno. Arqueo sus cejas en tono
de interrogación y afirmó.
_Lo que Ud. desee.
_Con el primer cargamento -prosiguió ella, llegará un Sr. que se llama Martín Alsa. Es nuestro apoderado
para Europa. Hará varios depósitos en bancos españoles, deseamos de parte vuestra que utilice su
influencia ante ellos con el fin de lograr la máxima discreción, como así también en lo relativo a los
traslados y la entrada por aduanas. También esperamos de su Gobierno el compromiso que, ante cualquier
cambio de la situación política en América , Ud. sabrá brindar asilo a nosotros y a los que designemos en
su defecto. Esperamos que se respeten las propiedades e inversiones aquí efectuadas y sea rechazado
cualquier bloqueo de cuentas que pudiese ser cursado. Hizo una pausa, el destello de su belleza se impuso
a su papel de líder. Existe -prosiguió- una familia de nombre Salvat, que reside en Barcelona, del cual
rogamos, sea protegida y preservada de cualquier inconveniente que pudiese existir, como así los
contactos que el Señor Martín Alsa pudiese tener con ellos. Por último, y esto es a título personal, que Ud.
-una sonrisa picara escapo de sus labios carnosos- me deje elegir el tema de mi discurso de saludo al
pueblo español .
El Generalisimo se atrevió a decir:
_Señora Eva, esta mi palabra de por medio que lo aquí tratado se cumplirá. Se levantó de su sitio, se
dirigió hacia su escritorio y recogió un paquete y se lo entregó diciendo:
_Este es mi presente para una relación que espero sea por muchos años. Ella lo recogió, le agradeció y
desató los hilos del paquete. Un collar de perlas y diamantes apreció dentro de una cajita. La reunión
había durado media hora. Él fue hasta la puerta y le invitó a atravesarla. Un salón amplio permitiría ver a
Carmen y la familia. Ella, años después recordaría la cara tiesa del Generalísimo y el juego travieso que
imprimía su mirada enmarcada en un rictus triste y burlón . Al comentarlo con Martín Alsa, este le diría:
_Aquellos eran los ojos del Pez.
_¿Que habría querido decirme?. Esa misma pregunta se la repetí y en tono enigmático
supo decir:
_El Pez cierra el mar, cuando los monjes apretujados iniciaron la marcha para abandonar la Atlántida -.
En compañía de Carmen atravesamos un pasillo, al final abrieron una puerta que daba a una gran
sala, parecía que había llegado el momento de comer. Ella se mostró cordial, y quitándose un abrigo de
nutria que cubría apenas sus hombros empezó una conversación.
-Evita, el Generalísimo y yo hemos pensado en una comida en familia. La víbora se retorcía a mi costado,
¡que pretendía esta arpía!. ¿Sustraerme al contacto con la sociedad?. ¿Temía de mi belleza?, le respondí :
_Carmen le agradezco el detalle, cuando Ud. nos visite en Buenos Aires, prometo llevarle al Teatro
Colón y hacerle conocer nuestra sociedad.
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