El coche se detuvo frente al Palacio del Pardo, atravesamos un portal donde tan solo dos guardias nos pidieron nuestros papeles. Mi acompañante me señaló la entrada que llevaba a un vestíbulo que abría el camino hacia lo que parecía un despacho. El compañero se despidió de mí. Me quedé solo dentro de una pequeña habitación, su salida principal daba frente a una puerta doble, alta, pintada de color negro. La abrió una persona delgada, esmerada, parecía un edecán, me saludó y me invitó a pasar por aquella puerta inmensa. En su interior estaba Él. La sala era amplia, grandes cortinas cubrían las paredes y ventanas produciendo un barroquismo visual, que daba un toque decadente. El espacio lo ocupaba su escritorio, varias sillas y al fondo colgado de una pared un cuadro inmenso alborotaba los sentidos dejando ver su inmensa figura. La pintura le mostraba con un capote puesto sobre los hombros cerrándole por el cuello con dominio y poder. Él sujetaba por una mano un bastón y con la otra apretaba su abrigo que descansaba en una silla. Vestía uniforme de militar, con una faja negra a la altura del abdomen y en la parte alta sobre el corazón una condecoración colgaba justo encima del bolsillo de su chaqueta. El cuadro alertaba al visitante del desatino de contrariarle. Pero al bajar la vista, quién tenía frente a mí, aparecía más real, mas humano de lo imaginado.
Él se aproxima en mi dirección, sus pasos resonaban en la madera, el contraste con la pintura que le mantenía mas allá de la historia hacia que su mirada me atrapara. Su cabeza era pequeña, pero proporcionada, le remataba una frente a partir de la cual las cejas se arqueaban dejando que sus ojos negros se desplazaran con gran vivacidad. Extendí mi mano, ambas palmas se juntaron, dijo seco, con un tono aflautado:
_Martin, tenia deseos de conocerle!. Me han hablado mucho de Ud., su fama le precede y le abre camino. ¡Siempre he sentido admiración por los hombres de acción!. Había hablado de él a través mío... le contesté:
_Generalísimo, el que siente admiración por Ud. soy yo. ¿Quién es capaz de construir un país y salvarle de la pérdida de su identidad?. ¡Quién sino Ud!. ¡Deseaba conocerle!. Hizo un ademan con su mano y me invitó a sentarme. Como Ella me había dicho, en dos sillas, frente por frente, este era su estilo cuando deseaba agradar. Él se retira un poco hacia atrás, y comienza a hablar:
_Martin, deseo explicarle un sueño muy personal, se llama Valle de los Caídos. Antes quiero decirle que deseo llegar con Ud. a acuerdos sencillos de cumplir. Mi Gobierno desea que le agradezca al General sus envíos y desea que su contribución se prolongue durante unos años. También quiero transmita a Él, mi compromiso de que lo recibido hasta ahora y en el futuro, estarán reservados en el Banco de España, para su utilización cuando lo estime conveniente. En el próximo barco enviaremos a unas personas que no encuentran acomodo en el Norte de Europa y nosotros con discreción les hemos ofrecido nuestros pasaportes. Que forma tan elíptica de decir que los judíos deberán elegir entre irse a Argentina o morir en los campos nazis. Mi Generalísimo:
_Mi Gobierno desea le transmita a Ud. algunos deseos. El primero es la seguridad de los Salvat, que ayer han sido asaltados -su cara se transformó-, mi desparpajo al atreverme a criticar su seguridad le tomo desprevenido. Pero continué sin dudar, con ello evitaba su interrupción. La segunda solicitud es que deseamos su colaboración próximamente cuando deba visitar al Fuhrer y sea necesario atravesar las líneas aliadas -ésta petición, por la expresión de su cara fue de su agrado-. Deseo también transmitirle que su Excelencia y su esposa renuevan su invitación para que les visite en Buenos Aires el próximo año. Abrí mi portafolio y extraje una carta.
_Esta misiva es personal del General hacia Ud., en ella le confirma que las relaciones entre vosotros serán a través de este humilde servidor.
_ Martin, creo que en línea general coincidimos, cuente con mi Gobierno para lo que necesite. Con la mano derecha tomo la carta y la abrió leyendo brevemente su contenido. Levanto la vista y dijo:
_Espero que le transmita al General que para mi mujer y yo, visitaros es bastante difícil. El esfuerzo de construcción de la Nueva España me obliga a dedicar muchas horas. De un salto se incorporó, girando sobre sus tacones fue hasta la mesa y recogió un libro allí dispuesto, se acercó hasta mi y me lo entregó diciendo:
_Quiero que Ud. disponga de este presente para sellar nuestra amistad. El libro era el Quijote de Cervantes. ¡Me había quedado fuera de juego!. No disponía de ningún presente para corresponderle. Él comprendió mi embarazo, y dijo:
_Amigo, no se preocupe, este es un libro personal, siempre le he tenido para mi placer sobre la mesa de mi despacho, ruego disculpe si tiene algunas anotaciones. Es un sencillo agradecimiento a su esfuerzo, no espero correspondencia de su parte. Si le parece, le invito a ir hasta la Sierra de Guadarrama a visitar el Valle. Salimos por una puerta contigua. Estaba azorado, tenia ante mí al Generalísimo más amable que hubiera imaginado. No se correspondía con todo lo que me habían contado.Este hombre da la impresión de estar sorprendido de mi actuación , tal vez he ido demasiado lejos -razonaba el Generalisimo-. No pensaba que Martin Alsa fuese tan directo, he conectado con él, pero veo que es muy diplomático. Ya me habían informado que tenia la costumbre de escuchar y acomodarse al interlocutor. ¿Porqué tanta insistencia en la familia Salvat?. ¿Es posible que este fabricante de sombreros oculte algo?. Y si así fuera ¿que?. Debo volver a preguntar a mi Jefe de Seguridad si han detectado algún movimiento en Barcelona ¿aliado o nazi?.
Serian las 12 cuando llegamos al Valle. La carretera desembocaba en una amplia explanada desde donde el polvo y el viento azotaban con furia a nuestra comitiva. El Generalísimo iba delante, estaba exhultante. En los alrededores miles de personas, ¿prisioneros tal ves? trabajaban de prisa. Las miradas eran hoscas, me parecía percibir la penuria del trabajo forzado. Según la opinión entre los allí presentes, los prisioneros eran rojos y estaban alli para expiar los pecados. En el recorrido, el inmenso techo de la basílica planeaba con prepotencia encima de nuestras cabezas, pero la gran Cruz era un proyecto desnudo. Subimos las escaleras con rapidez, parecía una marcha de la victoria que a su paso todo se le antojaba pequeño, el grupo de casi cincuenta personas seguía sin aliento al jefe que abría el sueño de su poder. El día estaba nublado, ¡hacia un frío maldito!. Al llegar a la puerta de salida, se mostraba una inmensa explanada, Él se detuvo en ella, el grupo como en una danza reculó por la izquierda dejando un pasillo estrecho por el que fui acercándome hasta Él quien me esperaba. Sus ojos me inquirían mientras avanzaba, en el camino aparecía su orgullo que me exigía. Esbocé una mueca de leve sonrisa al situarme muy cerca de su cuerpo.
_Martin ¿qué le parece?, preguntó mientras su cabeza daba un giro imaginario amplio que iniciaba en mi y abarcaba el inmenso océano del valle. Estaba esperando aquella pregunta y respondí rápido y seco:
_Excelente, ¡la vista desde aquí es impresionante!. Cuando la Cruz este acabada desde su posición mostrará lo eterno.
_Si, el Eterno Creado -apuntillo con un exceso de lirismo. Se dio vuelta de espaldas regresando por donde habíamos venido, la sala rectangular y larga de la basílica nos mostraba su techo abovedado que acababa en un frontal que utilizaban como iglesia. A mitad del recorrido se detuvo, miré hacia donde señalaba: esa -dijo: "será mi tumba". Por mí parte mis pensamientos decían "una víbora como El vuelve ha reencarnarse ... ". Listo y rápido él intentaba conocer que pasaba por mi cabeza. Para calmarle opiné:
_El sitio escogido esta muy cerca de la Cruz, Generalísimo veo que Ud. piensa en todo. Esta última frase no le gustó, quise rectificar, pero no lo permitió. Su semblante se había transformado, con su brazo apartó de un empujón a un coronel y giró para buscar la salida. Le seguimos, su paso era más rápido, el grupo se balanceaba agitado, atravesamos el dintel. De repente volvió a frenar en seco, el grupo se estrechó como una piña, mientras él miraba hacia el Valle. Empujé a dos que entorpecían mi paso y me coloque lo más cercano a él preguntándole mientras dominaba la emoción:
_Mi Generalísimo. ¿Porqué escogió este sitio?. Sus ojos se enternecieron, estiró su brazo derecho y con un dedo comenzó a describir un semicírculo a nuestro alrededor. _Mire Martin , -incliné la cabeza en un acto emotivo- todo es piedra y roca , todo es silencio , todo es fin y comienzo. Este Valle me agrada –continuó- porque permite vernos pequeños ante la grandeza. Aquí descansaré después del ruido de sables, después de la envidia y el poder. Este sitio me recuerda a los grandes espacios de Marruecos, donde al mando de mí tropa era libre. Comenzó a descender las escaleras lentamente, todos le seguían. Mire mi reloj, eran las 2 de la tarde. Ante mí iba un caudillo, para quien el poder era el camino para conquistar lo eterno. La comitiva se detuvo frente al palacio del Pardo, nos apeamos. Me habín puesto en el coche que ocupaba la segunda fila, me había tocado viajar con un señor dicharachero, era su ministro de exteriores, de la Falange, una encantadora voz del fascismo. Durante todo el viaje no hizo más que intentar convencerme de las ventajas de la tercera vía. ¡Era un hábil propagandista!. Al pensar en los muertos que ya arrastraba el experimento mis recuerdos se detenían en mi viaje a la Rusia de 1938: ¡las utopías políticas en ambos países costaban caras!.
La comida la sirvieron en un salón, me sentaron al lado de Él y en mi otro costado pusieron a Carmen Polo -su mujer. Entre ellos casi no se hablaban, el aburrimiento lo intercalababamos entre las frases que ella por diplomacia esparcía. Al concluir, Él se levantó y me invitó a pasar hacia otra sala más pequeña. Algunos jerarcas quisieron acercarse. Solo bastó un gesto de su parte y los saludos se transformaron en una leve inclinación de sus cabezas. Mi visita parecía haber concluido, ahora vendría una copa y tal vez un puro y la paciencia de este gallego tan temido. Me invitó a sentarme, nos sirvieron jerez y el mayordomo se retiró. Él me miró, dio varios rodeos y su pregunta salió con fuerza:
_¿ Cuánto tiempo cree que le queda a Hitler y su gobierno?.
_Muy poco, mi Generalísimo. El justo para que todos podamos adecuarnos a una nueva realidad. La gran paz la americana.
_¿ Tal vez un año?. Volvió a preguntar.
_ Menos, quizás seis meses.
_Dígame Martin , ¿hasta donde llegaran los rusos en su avance por Europa?. _Probablemente hasta el corazón de Alemania -sus cejas se contrajeron-. Según las informaciones que poseo -insistí- el destino de Europa se jugará a principios del 45 en una reunión que deberán mantener Churchill, Roosevelt y Stalin, el sitio aún esta por precisar. "¿Puedo ahora preguntar yo?" -su cabeza dio un sí suave e intrigante. "¿Quién de ellos tres cree Ud. estará en mejor forma física y mental ?.
_El lobo del Este -respondió secamente. Su expresión mostraba preocupación, me preguntó:
_¿Cree Ud. que mi gobierno debe emprender ahora gestiones ante Roosevelt?.
_Si -respondi. Y si me permite un consejo, girar cada vez más hacia una neutralidad pro americana. Él pensó en voz alta:
_En tal caso algunos de mis ministros pueden no ser ya necesarios. Su media sonrisa se contagio con la mía, dando paso a su habitual socarronería gallega. Preferí insistir:
_Ud. sabe su Execelencia que las formas pueden guardarse un tiempo si los americanos reciben señales de garantía y amistad. Él siguió reflexionando en voz alta:
_Pienso, que la nueva realidad llevará a que una parte de Europa este bajo el comunismo. Ante ello mi gobierno puede transformarse en la garantía del sur del continente. ¿A quién cree Ud. que seria conveniente hiciera llegar nuestro mensaje además de Roosevelt.
_La persona adecuada en el futuro se llama Eisenhower.
_¿ Eisenhower? -inquirió asombrado. ¡Pero si es un General!. - Al ver su sorpresa, le respondí:
_¿ O es que muchos generales no se transforman en buenos políticos?. Su risa sé desplegó nuevamente dejando escuchar un pitido:
_Si tal vez tenga Ud. razón. ¿Puedo contar con Ud. Para hacer llegar ese mensaje?
_Si.
_¿Podemos colaborar los dos para establecer ese futuro?.
_Si.
_Tenemos un banco un poco abandonado que esta en manos nazis, me interesa que Ud. y su banco se hagan cargo de su gestión.
_¿Cuál es?.
_Se lo haré saber en su momento. Quiero que este preparado.
_Mi Generalísimo, me permite una pregunta que se desvía del tema.
_Si.
_En la entrevista en Hendaya, entre Hitler y Ud. ¿Porque no se pusieron de acuerdo?. Me miró y se sonrió. Se desplazo en el asiento y se estiró hacia atrás. Por fin lograba ver el líder que se movía en las medias verdades con las que sujetaba su poder.
_Martin , el Furher asienta su poder en la destrucción. En Hendaya me presionaba para que participase en la fiesta de la guerra. ¿Contra quién? . ¿Contra del comunismo? . ¡No!. Él quería que nos enfrentásemos a las democracias francesa e inglesa. ¿Era un puro incauto o un loco?. Al observarle, en Hitler sus ojos parecían salirse de sus órbitas. Debo confesar que complacía ver como su agitación crecía, parecía que el tren iba a estallar cual plátano que se abre cuando su propietario le agita con placer. Pero es que mientras el Furher hablaba sin parar, a mi se me ocurría pensar que la guerra contra el comunismo, ya la había hecho y ganado, ¡en mi propio país!. No era necesaria iniciar otra guerra y menos contra los ingleses ... Enfrentarse a ellos significaba golpear la puerta de los americanos, ¿qué pretendían estos alemanes? . Su disfraz de cordero no engañaba a esta gran potencia mas acostumbrada al espíritu práctico. Mientras la presión alemana aumentaba, yo me he limitado a diferir mi decisión. Al despedirnos de aquella reunion, el Furher estaba tan furioso, que nos hubiese pegado un tiro allí mismo a todos los españoles. Al llegar a Madrid di mi consentimiento para participar con una fuerza pequeña, que decidimos llamarle la División Azul. Con ello he dado salida a los elementos pro-Eje de mi gobierno. Pero también he ordenado que confeccionaran una lista de ayuda material militar que fuera imposible de satisfacer por parte alemana. Yo tengo la ventaja que representa mi cuñado Serrano Suñer, pues sus simpatías nazis hacen creíble mi política de cara a ellos. De esta forma he llegado hasta estos nuestros días ganando tiempo para reconstruir el país. Viéndolo fríamente solo he colaborado en lo principal: la Cruzada contra el Comunismo, pues como Ud. mismo manifiesta ese es y será el peligro real de Europa. Se sentía liberado, sorbió de un trago su bebida. Había fijado su posición de los años venideros, Franco demostraba un agudo sentido del centrismo, la historia se desplazaba y Él sé acomodaba mezquinamente para preservar su posición de poder. Se reclino hacia atrás y prosiguió:
_Le entregaré un número de teléfono y un nombre, cuando Ud. regrese ha de llamar a esta persona, le ayudaremos en su misión. Las líneas a través de Francia están cortadas, ira en principio a través de Milán, que aun dominan los alemanes. Desearía que de acuerdo a nuestra conversación, Ud. hiciese llegar discretamente este mensaje a los americanos, de nuestras intenciones para establecer una base de intercambio mutuo. La persona de contacto es la misma que Ud. conoce.
_Mi Generalísimo, lo que Ud. ordena será cumplido por mi parte. Le mantendré informado. Nos levantamos casi al mismo tiempo, Él me acompañó hasta la salida de su despacho. Nos estrechamos la mano. Fuera los dos coroneles me esperaban, ellos me llevaron hasta el aeropuerto, allí en la pista un avión calentaba sus motores para llevarme a Buenos Aires.
El avión se movía bruscamente, me había dormido, estaba soñando que iba a comprar comida y al llegar al establecimiento veía en un costado del mostrador lonchas gigantes de mortadela cortadas, su cantidad desbordaba el sitio donde se apoyaban. La parte blanca de grasa estaba agujereada como un queso gruyere. Una mujer de mediana edad y pecho abultado se ocupaba de rellenar los orificios con algo viscoso para luego una vez ordenadas disponerlas para su venta. Esta imagen me seducía y me parecía inexplicable en sí misma.
Esa mañana al llegar al banco mi barriga pesaba una tonelada. Ismael me esperaba al entrar, le saludé, le veía un poco más delgado y quizás preocupado. Entramos en mi despacho, le invité a sentarse, estaba retraído, esquivo:
_¿Algo ha ti te ha pasado?. _Hace varios días que ha llegado un primer envío de Odessa, es un tipo, capitán de la SS, de nombre Erich Prebke. Fué quien dirigía las SS de Roma. Eichmann a través de Hanns, no ha parado de presionarme por dinero y facilidades para ubicar a este militar y otros que vendrán. Ellos están muy nerviosos, parece que su final les pone histéricos. Este Priebke ha estado ya tres veces en el banco, ¡sin cuidar de la reserva y secreto convenidos!. ¡Es un puto cabrón!. Me ha amenazado con una pistola. Quizás cree que aun posee el poder que tenía en Italia. Además nos encontramos el gobierno de Perón está dando largas para la legalización de este personaje. Los americanos le presionan y el General cuida de su posición. Las divisiones entre los militares respecto al Eje han aumentado. Le veía crispado y su insulto mostraba que estaba tocado -le pregunté:
_¿ Han entregado algún libro a cuenta del envío?.
_Sí. En la cámara acorazada tienes una pequeña caja, es la Historia del Mundo en tres volúmenes del sacerdote babilonio Beroso. Son tres rollos de papiro escritos en egipcio.
_Concierta una entrevista para hoy con la Mirada, para mañana con Eichmann y ese Priebke en él almacén del puerto.
_¿Y con Ella?
_Si es posible esta noche. También llama a Mazzi y le contratas varios ayudantes para tu protección y el banco.
_¿Ese Mazzi, no es el dueño de la red de casinos y trata de blancas de Avellaneda y todo el sur de Buenos Aires?.
_ Si, es un buen amigo y me debe algunos favores. También resérvame un billete de avión para finales de diciembre con destino a Madrid.
_¿ Cómo se ha portado Hanns?. _Viene todos los días, está unas horas y desaparece. ¿ Quieres hablar con él?.
_No, da igual. A propósito, ¿ has autorizado el envío del General Perón hacia España?.
_¿La pasta?. "Claro". La remesa ha salido para el banco de España. Le hice una señal y se retiró. El trabajo del banco me agobiaba , estaba a solas y pensaba en Ella. ¿ Dónde estará? . ¿Qué hará?. Al regresar a Buenos Aires siempre sentia su presencia más cercana. Esperaba que aceptase mi cita, de tan solo pensar en su rechazo me angustiaba. Me puse de pie, caminé hasta la sala contigua , deseaba cambiarme, afeitarme. La Mirada que Habla me esperaba, lo presentía.
Llegué a casa de Ludovico cerca de las 4 de la tarde, este verano estaba siendo más seco de lo normal, el calor me ahogaba. Ver la paz de América se antojaba extraña ante la desolación europea. Su casa tenía una pared alta de casi un metro que le rodeaba y una verja que partía desde ella rematada por dos barrotes redondos entrelazados desde principio a fin. Detrás un jardín le separaba de la calle dando silencio y perspectiva ante la inquietud externa. En su parte trasera sobresalía una torre rectangular de 10 metros de altura con cuatro ventanas por cada lado. Estaba pintada en marrón claro y en un lado de la entrada escrito en cursiva aparecía: el Molino. Siempre me detenía ante aquel nombre y pensaba en su significado. ¿Tal vez un molino es una rueda que produce a partir del aire la fuerza que permite crezca desde la naturaleza el agua?. La puerta se abrió de repente, no había tenido tiempo de llamar metido en mis disquisiciones. El mayordomo me miró y dijo la frase de siempre:
_Le esperábamos señor...
Al entrar, el frescor de sus interiores me recordaba esas casas de provincia de mi adolescencia. Marchaba detrás de un hombre en que todo era medida, corrección, silencios y frases para ser interpretadas. Al entrar en la cocina, los ojos melosos de Él me cerraron el paso. Sonreía de forma pícara. Estiró su mano, deseaba los trozos de papiro del Libro del Saber que llevaba conmigo. Me senté a su lado, le acerque el cuero que protegía nuestro tesoro, lo abrió y comenzó a pasar sus dedos en la escritura. Se le veía llenarse de energía como si esta pasase desde el escrito en dirección a su cabeza. Sus ojos se estaban cerrados, mire frente a mí, la figura de la tortuga se reflejaba sobrepuesta en los cristales. El comenzó a hablar:
_Martin, el hombre que ha llegado, ese Priebke, es muy peligroso. Apareció una imagen justo enfrente, era la ciudad de Roma, las Fosas Ardeatinas. Se veía como asesinaban a cientos de judíos italianos, había jóvenes de 14 y 15 años. Priebke con su pistola dirigía la operación y les remataba a uno por uno en el suelo. Un escozor y un sudor me Recorrían. Encima de su cabeza el Pez de los ojos Verdes se movía ligeramente, al inclinarse una cola verde y asquerosa chapoteaba dentro del agua ensangrentada y producía unas olas de fuego que se desplazaban en diferentes direcciones. La Mirada continuó con el relato:
_Esta matanza la ha dirigido Hitler directamente a través del Pez. Debes tener sumo cuidado con el enviado, Priebke es el músculo y el cerebro del Furher. Cuando mañana por la noche le veas, prescinde de Eichmann , es a Priebke a quien le debes dar algo de comer, para que no se eche sobre ti. Se impuso el silencio, le pregunté:
_¿ Qué podría ofrecerle?.
_Solo tu sabrás llegado el momento que elegir. Si me permites, la solución puede estar en el sueño que has tenido en el avión. Terminó de decir aquello cuando las imágenes cambiaron, apareció un coche que se dirigía hacia la cancillería de Hitler, ante ello la Mirada dijo:
_Probablemente debas entregar la CICUTA, a una persona cercana a El o tú mismo ofrecérsela. Piensa que la guerra está por acabar, pero nuestra tarea es evitar más sufrimientos. Tú eres el único capacitado para intentarlo, pues has bebido el liquido opaco en Barcelona, nadie ahora puede penetrar en tus pensamientos. Tendrás una última entrevista con Hitler y allí deberás apropiarte de más hojas del Libro. El no podrá descubrir tus intenciones, su poder esta en decadencia., ¡Ten cuidado!. ¡Su final puede arrastrar tu muerte!. A Salvat -continuo- deberás visitarle al regreso de Alemania y si has cumplido tu misión veréis el Imperio de los Incas. Conocerás como Viracocha construyó el Despotismo Asiático en América hace miles de años.
_¿Cómo es posible que un Monje Blanco pueda construir un reino despótico? -pregunté.
_La ambición y el orgullo de Anapsilon destruyeron la Atlántida, ellos en su huida llevaron a Viracocha para intentar reconstruir una civilización esclavista en el corazón de Sud América. Me extendió su mano, la cogí, sentí su energía entrar. Me miró, sus ojos se habían transformado, estaban vacíos solo quedaban dos fosas, podía entrar en ellos y visitar lo que se me antojase. Mis impulsos me llevaron hacia Ella, recorrí su vida, vi su ascenso político en el futuro, sus discursos, las concentraciones de su pueblo, su amor con respecto a mi, pero también nuestros desencuentros. Llegué hasta 1952 y el pánico me hundió, no quería proseguir. La Mirada me obligaba a continuar. Entramos en su cuerpo, él cáncer le invadía, sus células se descontrolaban, estiré mi mano para detenerlo, la Mirada soplo encima de Ella. Aterrado decidí salir de aquel espectáculo, regresar a mi presente, pero Él me sujetaba para que presenciase sus funerales. La muchedumbre lloraba, los grandes retratos y desfiles se esparcían en la gran plaza dando vida al mito. El dolor y la angustia de la gente del pueblo golpeaba en mis oídos, pero también los ruidos y comentarios de los que conspiraban alrededor del General. Mi cabeza iba a estallar, no era capaz de soportar que mi amor fuese historia. Mito y no-humanidad y cariño. La Mirada se percató de mi sensación y me llenó de energía sosteniéndome. Sus ojos se licuaron volviendo a llenarse, eran verdes y su sonrisa tersa. Nuestras manos se separaron, sentía que la entrevista había concluido. Llevaba mi espalda empapada de sudor y mi americana pegada al cuerpo. Me sequé la frente con el pañuelo. Su mayordomo me acompañó hasta la puerta y dijo:
_El le espera mañana para hablar de la CICUTA, pero recuerde... el vuelo del pájaro siempre es pequeño ante lo inmenso del universo. Cerro la cancela y decidí caminar hasta el coche. El me había dado una lección, su poder psíquico era enorme, a su lado temblaba ante el amor o la muerte. Presentía que mi aprendizaje de tortuga estaba en sus comienzos. Era yo el pájaro que su mayordomo retrataba. Camino del banco fui pensando en el sueño, me obsesionaba la pregunta: ¿qué entregarle a Priebke?. Repasé una a una Todas las escenas. En la primera parte aparecían las rodajas bien anchas, grandes. Serían unas 20 o 25 unidades cortadas y los agujeros ocupaban los sitios en que siempre estaba la grasa. Luego una mujer cubría con un material viscoso los orificios. A primera vista el sitio libre -los orificios- constituían quizás, el sitio que debía ofrecer a Hitler/Priebke para que escapasen de Alemania. Yo representaba la mujer, era materno, desde el punto de vista que daba protección, y esas tetas tan grandes eran la erótica que seducía para vender. ¿Y lo viscoso?. Solo a un gran monje se le podía ofrecer una pasta capaz... de reencarnarse. ¡Ya esta!. La visita que haría al Furher representaba su muerte física y estaría allí pera debía ofrecerle una salida espiritual. ¿En qué podía consistir mi propuesta? . ¿Y sí le ofreciese algo tan sencillo como entrar en un agujero intemporal?. ¡Fabuloso! . ¿Pero como se construye esto?. ¿Se lo creeria?. Repase mentalmente la partida de los seguidores de Anapsilon de la Atlántida, ellos caminaban por una senda que se abria en el mar. ¿Porqué el Pez no le ofrecía está vía? . Yo era una simple tortuga al lado de su poder. De repente se apareció la imagen de la Mirada de A, deseaba hablar, me concentre en ella, decía: _Ofrécele el liquido de lo opaco. Él desea ser diferente a los demás y liberar su mente. Desea que el Pez no entre y salga de él. Hitler después de muerto quiere independizarse. Era una excelente idea, debía azuzar su orgullo y ambición. Utilizando el liquido, Hitler podía negociar conmigo una salida, que le permitiese después de su muerte instalarse en un agujero cósmico, para desde el enfrentarse con el Pez por el reino de Anapsilon. Esto modificaba mis planes, debía llevar conmigo el pote que me había entregado Salvat.
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