La brutalidad ha vuelto a aparecer. Occidente, la rica y comadreja madre de su egoismo no puede sentirse culpable. Rios de tinta mascan el sofrito para los spagettis. Debemos entender que el crecimiento, la salud y el bienestar solo fluyen desde la propia sociedad dispuesta a alejar a los corruptos y aceptar sus responsabilidades.
El deseo de Dios es universal. La vison del pecado, o del amor, o de la libertad no es patrimonio de un grupo que se esconde en el supuesto de la injusticia.
La rica y dorada Occidente se mezcla con los deseos del nuevo Oriente chino. De ambas el terror no puede desplazar el deseo de ser... londinense.
Lástima que paguen las consecuencias los más pobres.
Por qué no atacaron a Blair?
Publicado por: Morena | 10/07/05 en 17:22