El historiador Sebastián Haffner en un libro suyo de reciente aparición -pero escrito como ensayo en 1940- realiza un breve repaso de las teorías que explican el ascenso de Hitler al gobierno de Alemania.
En primer lugar, nos dirá: "casi todos los biógrafos de Hitler han cometido el error de intentar establecer un vinculo entre Hitler y la historia del pensamiento de su época"(1). Para ellos Hitler seria el producto, la expresión de una sociedad que ante la angustia vital de la decadencia aceptaría una salida que colmaba sus ilusiones.
En segundo lugar, otros autores plantean que la personalidad de Hitler fue mísera e insignificante. El dictador "no sería más que una pieza de ajedrez de los militares alemanes y de las camarillas capitalistas, que aprovechan su demagogia para enmascarar sus propios planes de guerra y sus transacciones comerciales". O la clásica interpretación en línea con esta de que las crisis capitalistas traen la guerra como solución cíclica a la sobreproducción mercantil.
El autor plantea un tercer aspecto de la historiografía clásica a saber: "Hitler ha alcanzado su actual posición, por así decirlo, automáticamente y sin merecerlo. Las causas que se mencionan son, entre otras, la decepción de las clases medias alemanas empobrecidas por la inflación de 1923, la desesperación de los patriotas alemanes por el tratado de Versalles y el miedo al bolchevismo".
Llegados a este punto, nos plantea que seria interesante considerar que la historia alemana pueda estar asociada a su vida privada. Es decir, que el ascenso personal, pueda constituir un aspecto sobresaliente que permitió que "un muerto de hambre se convirtió en multimillonario, un simple soplón de la policía militar paso a ser el jefe supremo del Reich alemán, un residente de un asilo de mendigos vienes devino en el déspota de ochenta millones de personas, un desclasado que era despreciado por todos llegó a ser el ídolo de una gran nación".
A continuación Haffner con gran acierto se introduce en la peculiar personalidad del dictador para hurgar en los íntimos deseos que le empujaran al ascenso social, no sin antes puntualizar que este "proceso único e irrepetible, que no es comparable con las casualidades inofensivas y frecuentes por las que algunas personas de la clase obrera o de la pequeña burguesía han adquirido dignidad y categoría", pues en todos ellos este aspecto estará unido al mérito y triunfo con el adecuado reconocimiento legal.
Haffner demostrará con contundencia el verdadero valor personal de Hitler al describir la peripecia vital de un individuo desplazado desde una posición cómoda dentro de la burguesía de provincias hacia la clase obrera, luego hasta la plebe y finalmente a la sórdida posición de soplón en los escalones más bajos del ejército.
"Sus superiores -del ejercito- consideran que no le pueden ascender -tras cuatro años en el servicio-, su carácter no permite siquiera que le confíen el mando de la unidad de tropas más pequeña".
Existen ensayos que a pesar de estar escritos en el momento en que desarrollan los hechos, no dejan de participar del anhelo premonitorio de su autor. En este autor asistimos a un esfuerzo mental de acceder a la mascara que descansa detrás del dictador que lleva a Alemania a su destrucción. Además de aportarnos elementos de reflexión, nos sitúa en una encrucijada: ¿cuándo el hilo de la historia nos dice que aquello a lo que asistimos y que la mayoría cree normal no es sino el precipicio que se abre ante nosotros?.
(1)Alemania. Jekyll y Hyde. 1939. Sebastian Haffner. Ed. Destino, 2005
*Ohm Kruger, nombre que sus compañeros -los residentes del asilo de mendigos de Viena- le adjudican a Hitler.
No sé, yo veo en este personaje un gran complejo de inferioridad, un personaje simple, con ideas simples que calan en las clases medias, que son las que dan votos, entonces la clase alta ve que le era válido para sus objetivos, y deposita en él una confianza, que después traiciona y está a punto de acabar con todo, bueno a punto o, de verdad acaba con todo.
Existen muchos personajes de ese estilo, pero les va diferente según el país y el tiempo en el que vivan, yo por ejemplo a Bush le veo un punto parecido, pero le es problemático hacer lo mismo pues la clase dirigente que le apoya, quiere la guerra sí, pero no olvida nunca que el negocio no se le puede ir de las manos y le deja actuar hasta donde el negocio funcione y no tiene más libertad de acción, sin querer ser ofensivo con nadie, me parece que nuestro anterior presidente también tiene el mismo punto y el mismo complejo de inferioridad, incluso los mismos comportamientos, pero los tiempos no son aquellos, creo que también es de los que nos llevaría al desastre con tal de sublimar ese complejo grandísimo de inferioridad.
Un saludo
Publicado por: Chusbg | 13/10/05 en 23:38
Como bien has podido comprobar, he puesto un enlace a tu artículo desde mi blog. También me he permitido el lujo de reproducirlo entero, siempre dejando claro que el texto es tuyo, no mío.
Trato de recopilar, además de elaborar, textos sobre este autor. Por eso me gustaría que, si escribes más sobre él, hicieras el favor de avisarme. Así me resultaría más fácil esta tarea.
Gracias por tu estupenda página,
Carlos G.
Publicado por: Carlos G. | 01/02/07 en 16:13