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Publicado el 13:33 en espaciodedialogo | Enlace permanente | Comentarios (2) | TrackBack (0)
Publicado el 17:40 en estalocura | Enlace permanente | Comentarios (2) | TrackBack (0)
Un programa aparecido hace unos días en Canal Plus “diarios de motocicleta” sobre los viajes del Che Guevara y su compañero Alberto Granado me han recordado una bebida de naranja sabrosa y excitante de aquellos años. La envasaban en una botella no muy alta que se ensanchaba al llegar al cuello. En los años 60 fue la campeona del sabor en toda América.
La película es un viaje por ese gran continente. Un itinerario que permite intuir como nuestro personaje descubre y madura sus ideas. Es también un recorrido sentimental para aquellos que hayan visitado alguno de los lugares de esta Latinoamérica tan cantada por las modas de izquierda. Para los turistas es un brindis al sol, pero para los amantes de las buenas sensaciones que surgen en los intercambios interculturales es una copa de buen vino.
Pero además aparecen la amplitud de los espacios y los contrastes. La tez blanca o tostada que sus habitantes integrada en el paisaje. Los miles de acentos y la amabilidad que la sociedad sencilla y llana. También vemos –y nos vemos- como crece el trabajado -amargo o dulce placer- del viajero. Su hambre de conocer, su respeto ante la magnitud de las sociedades a las que se enfrenta. Su deseo de sexo, amistad, irritación y espasmo ante la diferencia en el modo de vivir de una parte de la América indígena.
La burbuja de la naranja estalla ante la tapa clásica de metal, el frió contacto con la piel de la botella sacia nuestra sed. ¡Crush!. América esta firme y sentida esperando nuestra visita, cual exótica aventura ambas propiedades se mezclan. La del antiguo guerrillero que se la patea con su amigo, la que nosotros fieles seguidores recordamos o estamos dispuestos a iniciar y la crisálida transformada en bebida naranja y rencorosa por los años que ha pasado a nuestro lado.
Links
http://www.rebelion.org/cultura/040520dm.htm http://www.lukor.com/cine/noticias/0410/28194401.htm http://www.zonalibre.org/blog/vemeko/archives/073702.html http://www.motorcyclediariesmovie.com/ http://es.movies.yahoo.com/db/f/2/0/2000386.html http://www.civilcinema.com/critica.cgi?c=149
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Publicado el 9:27 en estalocura | Enlace permanente | Comentarios (1) | TrackBack (0)
La Abeja se encuentra en el cuello de la botella. -Se debate en la inquietud.
Produzco para mis obreras una sustancia especial, ella debe ser mezclada con su comida, se que con ello garantizo que sientan la obligación de alimentar a sus sucesoras. La calidad y cantidad de las larvas es mi preocupación. Un ejército se mueve para esa tarea. El invierno y el ser humano son nuestros enemigos. Mis obreras mueren agotadas en su esfuerzo vital.
Mi vida dura 5 años, en ese tiempo soy capaz de fecundar hasta 100.000 huevos. En ellos tan solo unos pocos mis obreras permitirán que crezcan los zánganos:
Cruel estirpe dice mi pecho.
Que de mi reino, unos
pocos dejen su semen para
continuidad de la raza.
La muerte de los zánganos, es
tan vital como la angustia de esta reina.
La abeja se movía dentro de la botella, deseaba llegar hasta la salida, pero repetía su vuelo interior una y otra vez consternada. No subía hacia arriba que sería lo lógico en dirección por la cual la abertura le permitiera escapar. Machaconamente se golpeaba en el cuello de cristal. Repetía, repetía. Angustiada, aquella órbita le enloquecía.
Ella me ha besado y se ha marchado a vestirse, me encuentro en la trastienda de la peluquería, mi reloj describe el circulo infinito de las cinco de la tarde. Ella debe abrir su sala para recibir a sus clientas. Su marido aparecerá de un momento a otro. Me incorporo, empujo mi camisa dentro del pantalón. Busco el lavabo, intento alisarme él cabello. En la radio suena una melodía de Elvis. Este pueblo me ahoga. El amor por ella me asfixia. Empujan la puerta, ha tenido tiempo de preparar un café. Sus ojos azules brillan, -laxo como en una noche de luna llena-, acepto su ofrecimiento. Bebo un trago, mi estomago protesta. Dejo la taza, me encamino hacia la salida trasera de la casa. ¡Estoy harto de disimular!. Casi antes de salir percibo su cercanía, siento como su mano roza mi espalda.
Al salir, afuera hace calor, ¡cómo siempre!. Mientras camino por la carretera el suelo despide un sudor ebrio de plena siesta. Hoy intentare buscar en mi trabajo la distracción ante tanta torpeza.
Me baje en el apeadero. En frente unos galpones grises entremezclados entre árboles, altos, finos. El verde se encogía ante la presión del sol. Estuve en duda de regresar en dirección al tren o avanzar a través de la arboleda buscando la carretera. Al fin mi decisión me empujo hacia el pequeño bosque. Cogí el bolso y lo cargue en mi hombro. Mientras caminaba dejaba detrás la estación. Con mi mano retorcí el billete, el contacto y el sudor desteñía el nombre de Manfredi.
Era 1934, tenia 20 años, había dejado a mi familia, deseaba alejarme y construir una nueva vida. Solo disponía de dinero para muy pocos días. Había elegido este sitio porque tan solo vivían 1000 habitantes. Cerca del pueblo un manicomio albergaba a 4000 enfermos. ¿Que venia a hacer aquí?. El fastidio se mezclaba con la alegría que me producía ir a la aventura.
Mis botas tocaron el borde de la carretera. Era estrecha, recta, con dos curvas por sus extremos que establecían un viaje interminable en la llanura. Era un paisaje egoísta y sutil, de gran amplitud, pero cobarde al aplastar al visitante entre un cielo dulce y azul y una planicie irritante.
Atravesé el camino, del otro lado se veía una gasolinera, una pista de baile y un escenario. Luego un bar y una pensión. Me rodeaba la desolación. Hacia calor, mucho calor. Fuera del poblado veía grandes extensiones. Durante la siesta –fue mi reflexión- infaliblemente todos desaparecían en sus casas. El lento paseo me dejo frente a la puerta de la pensión, al franquear la entrada observe que serian cerca de las 2 de la tarde. Nadie se veía en la recepción, opte por golpear. Espere un momento, abrieron una puerta lateral. De ella salió una mujer, fina, estrecha de caderas, de pechos abundantes. Estaba mas bien despeinada y desarreglada. Vestía con una bata que anudaba con un cinturón a la altura de su barriga, aquel estropicio en el diseño dejaba entrever un movimiento sensual. Me preguntó:
_¿Que desea?. Sus ojos chispearon, una luz de deseo despertó en mí la codicia.
_Una habitación, respondí. ¡Que estupidez!, para que sino había venido hasta aquella mugrienta recepción.
_Pase. -Un ademán me invito a adelantarme. Atravesamos una sala grande en la que se distribuían cuatro sillones, una mesa y un piano negro que ajado e inservible se sofocaba en una esquina. Hacia el fondo una puerta daba tal vez al patio –en este pueblucho asomarse a la calle era dar con un gran escenario. Por la izquierda una escalera subía a la planta alta. Ella dijo:
_Sígame. Comenzó a subir. Al ir delante, su trasero redondo, erguido, se movía y Estiraba. En varias ocasiones casi zozobra. Le veía como sobresalían unas piernas carnosas, rosadas. Sus sandalias golpeaban los escalones a ritmo obsceno. Llegamos a la primera planta, ante nosotros apareció otra sala y un largo pasillo del que se divisaban varias puertas. Me preguntó:
_¿Con lavabo?.
_Si. Extrajo un manojo de llaves de su bolsillo derecho y se detuvo en la habitación 113, abrió empujando la puerta. Había allí dentro una cama, un ropero y una ventana que daba a la pista de baile. Ella me señalo la puerta del lavabo, decidió entrar, le seguí. Como una autómata su relato describía lo que veía, se giró para regresar hacia la cama. su cuerpo quedo frente mi. Nuevamente sus ojos dieron una antigua chispa, percibí que sus senos se hincharon. Dos palmos nos separaban. Su frente sudaba, de sus axilas mojadas despedía un hedor picante. Cual narcótico, aquel olor me paralizaba. Intente retirarme, la dura carne me atraía. ¿Que edad tenia?. Unos 40 o 50 quizás. Ella murmuro con voz acida y fría:
_Son 20 pesos diarios incluida la comida del mediodía. Dicho esto acabo de realizar el giro para salir de aquel impasse y del estrecho recinto. Parecía que se marchaba pero se detuvo un momento frente a las cama y se agacho para recoger la manta que entendía estaba puesta de una manera irregular. Por mi parte desde mi posición en el lavabo le observaba contonearse de espaldas. Me pregunte: ¿es perfeccionismo o provocación?. Se puso recta, abrió la puerta, antes de salir mirándome dijo:
_¡Cenamos a las 9!. Cerró la puerta. Al irse el espacio recupero su aburrimiento, decidí abrir el bolso y colgar mi única camisa y pantalón de recambio.
Publicado el 9:23 en capitulos obra narrativa: la abeja | Enlace permanente | Comentarios (1) | TrackBack (0)
Publicado el 12:13 en estalocura | Enlace permanente | Comentarios (0) | TrackBack (0)
La ilusión te estremezca
El latido inquieto de las burbujas describa un alegre aliento. De esperanza. De calido amanecer cercano a la taza de café. Y capricho de vida gotee entre tus familiares, los perros y los gatos. Si estas solo, ¡ilusiónate!. Atrevido deberás ser con los demás: Bebe, emborráchate, perdona a los mediocres. Salta sobre tus pies y estrena un pliegue de abundancia.Encorájate de vértigo ante la angustia y dale a tu ser escogido: aliento.
Amigos lectores Feliz Navidad / Bon Nadal
Publicado el 11:33 en espaciodedialogo | Enlace permanente | Comentarios (1) | TrackBack (0)
He llegado a los 200 articulos. Buena cifra.
La próxima semana comienzo la publicación por capítulos cortos de mi tercera novela la abeja.
¿De que va?. Transcurre en un manicomio -que existe realmente. El universo cerrado del panal y sus jerarquías se superpone a la vida real de los enfermos que le habitan. ¿Como acaba? La vida es irreal y la fantasía es auntentica.
un saludo
juan re
Publicado el 11:37 en adios luis cuentos | Enlace permanente | Comentarios (0) | TrackBack (0)
Publicado el 11:17 en estalocura | Enlace permanente | Comentarios (0) | TrackBack (0)