Es menesteroso y libertino. Se ha levantado con el culo arrugado y ha caminado hasta el kiosco. La prensa del día habla del fallecimiento de la hermana de la princesa. La vaca sagrada del régimen esta dolida -pensaría Gorka. Los pasos le llevan hasta el bar. Es un sitio, tenue, con mugre en el suelo y sopa boba para los vagos.
Busca una mesa, se sienta. El rubio se acerca y hosco le pone el tradicional café con leche y pan con mantequilla. Solo se atreve a decir:
_¿Te has enterado?.
_Si, es ella. La baba de la madrugada busca acomodo debajo del primer labio. Abre la página de sociales. Una foto del pasado le lastima. ¡Soy un gilipollas!. Es el nervio que le nubla. Estan lejos aquellos días que caminaba en una playa virgen y antipática. De repente una mujer redonda, maciza se sienta en su mesa.
_Dime.
_El viejo me ha dicho que me des aquello. ¿Cuál?. Una jodida tipa se cree con derecho a exigirle.
_Tu, ya sabes. El muestrario huele a perro, pero es nuestro.
_Gorka mete la mano en su bolsillo. Saca de allí un papel duro y ondulado que esconde una bolsita. La tipa mete la mano encima de aquello. Un hueco grande y rojo aparece en el estomago de la mujer. Esta fría. Ella, se tuerce con manto de muerte y keroseno. Un ruido leve de bala ha lamido la piel de la fémina. Gorka coge el periódico, lo gira a la altura de la foto de la hermana de la princesa. Esta tipa estaba buena. Se encorva un poco y bebe el café, luego mira la boca entreabierta del finado. La bolsa regresa a su poder. Con fastido, nada en abundancia de sed. Nada en un rio que sale hasta la calle y le empuja. Recorta la foto y la mete en el bolsillo de la camisa. Se deja llevar. El invierno esta jodido y obsceno. El también muerde los gramos de acido de la que se fue y sale en la tele.
Comentarios