Anoche estaba invitado a la presentación de los siguientes seis años de un medio digital con el que colaboro. Cuando el cava hizo estragos en mi corta preparación alcohólica, pude llegar a dos someras conclusiones. La primera, que estaba rodeado de treintañeros que peleaban por situar un medio entre el decano de la prensa comarcal (157 años) y toda la publicidad que derrama la estrategia de salir en impresión de papel y el imperio televisivo del Ayuntamiento con recursos y objetivos mas que los loables de mostrar las inauguraciones del Tripartito. Siempre recuerdo que una vez que me invitaron a este medio –el televisivo- hace ocho años para hablar de economía y al sentarme colocaron una base y la tapa de la mesa bailaba mientras el presentador y los dos contertulios intentábamos adivinar hacia que lado caería la madera que delimitaba el pastel. Pero bueno aquellas limitaciones presupuestarias pasaron y el canal televisivo local bulle de recursos y filmaciones de cortes de cinta.
La segunda conclusión la obtuve al sentarme. Pude observar que muchos de los presentes llevaban bambas –excepción de las féminas. Si uno colabora en un medio dirigido por los reyes de la bamba está ante una experiencia vital interesante. Al llegar a casa lo primero que hice fue abrir el zapatero y sacar unas bambas rojas que había escondido ante las críticas feroces de mis hijos adolescentes.
Esta mañana he re-estrenado las bambas y mi mentalidad ha sufrido un profundo vuelco. En mi apretada agenda de fin de semana debo sostener dos reuniones, una con la parte de la familia catalana y la otra con la xarnega. En la tercera visita en territorios de El Vendrell- el trabajo se mezcla con la amistad, en todas intentare llevar mis bambas para demostrar esta sentida pasión de los treintañeros que luchan por abrirse un hueco entre el establihsment que vive del papel o de lo audiovisual. Hay un tercer camino, ¿es el corazón digital de Internet?.
El canario bate las alas. La
muleta del cojo rasga el suelo afeitado y sobrio.
La cita con el destino, es una
mueca agridulce. ¡Siempre!.*
Poesia maldita. Juan Re-crivello