Nos encontramos en un momento político de mudanzas. A nivel nacional la mayoría de los partidos estan haciendo sus congresos, para establecer las políticas de los próximos cuatro años.
Pero, mientras el oráculo del poder atiza sus maquinaciones futuras. Que si los emigrantes tendrán que ser detenidos 60 días en lugar de 40, que si la desaceleración durara hasta el 2009 –¡vaya ya hay fecha!-, con lo cual los promotores tendrán que masticar la sardina que tienen atragantada, o que si la financiación con las autonomías la podemos discutir el próximo año, o que tal o cual.
Un periodo austero en las formas nos promete el presidente y todos convenimos en bajar la cabeza después de la crispación pasada. Todos menos dos actores…
El poder, que no ha renunciado a su vocación reformista. Aun late
ese corazón malherido en la juventud que espera el momento en aparecer, para zurrarnos con la igualdad y el porvenir civilizador. Esta allí, nosotros le percibimos. Es un detalle nimio, es un líder que afina la maquinaria para desbrozar una imagen de sociedad que él percibe moderna. ¡Y esta dispuesto a saltar a la arena y doblegarnos!.
¿Y el otro actor?
Es la vieja maquinaria de la opinión critica, de los miles de lectores y escritores que se alimentan entre si. Es la opinión pública que recupera el paso ante el santoral gubernamental.
Desaparecidos, el 11M y su manipulación pre-electoral, el sueño de Irak, el monstruo de ETA, su negociación, la visión de una España preconstitucional de los territorios de la Republica la España
Solo nos queda, el monstruo del lago Ness.
Este aparecerá, sujetando sus patas en el fondo de marrón oscuro y leproso, por fin se animara a mostrar su cara. Previa cita con el destino, nos hablara de: la nueva sociedad, de igualdades de genero, de la emancipación. Hasta me atrevo, del color del pincho antes de entrar al fútbol, para ver a nuestro equipo favorito. Y para los críticos, “los llamados antipatriotas”. Les abrirán la celda que provee el vino meloso y pardo. Mientras la corte de elogios se abalanzara ante el rey que desde la Moncloa
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