17:00
Un coche ha aparcado frente a mi empresa. A base de empujar hacia atrás y delante lo ha dejado tirado. La parte delantera ha quedado media salida. A la hora han llegado los dueños de los otros dos vecinos. Eran un grupo de mujeres, han llamado a la Guardia Urbana y en minutos 30 personas rodeaban a la policía. Los españoles somos como el bocado de la siesta, le tememos pero le deseamos.
18:00
El dueño del coche rojo aún no ha aparecido y los urbanos están ya por la labor. Le echan unas fotos y la grúa araña con sus patas la efímera vida del deportivo. La forma de aparcar me recuerda a la invasión de Irak. No se, por a1uello de una entrada en tromba y con criticas. Pero luego la acción bélica ha quedado ladeada y lista para ser retirada. En el fondo el dictador era un gusano triste, vengativo, pero a nadie le gusta que le invadan la casa y le den lecciones. La jodida inteligencia en medio mundo encontraría con dicha acción, un buen pastel para las críticas al Imperio. Aunque soy mayor y no tanto aún recuerdo Vietnam. Una nube de arroz tapaba otra dictadura. El sufrimiento de la sociedad atraparía marines y scouts, pero luego el gobierno instalado al final del conflicto seria una dura dictadura de pan y cieno. ¿Qué era mejor?.
21:00 En la cena toca verdura. Mis hemorroides y el régimen de Amalia lo imponen.
23:00 Aun me queda tiempo para estirarme en el sillón. La sala donde vivimos se compone de dos sillones individuales y sus compañeros de dos plazas. En ellos la mala costumbre de este soñador y sus dos hijos le han convertido en dos pistas de aterrizaje.
00:00 Una nube de serrín alimenta el ganso estival. Esto no se entiende. Acabo de despertarme en el sillón. Estaba soñando cuando era joven e intente acabar con un ganso, con tan mala fortuna que este escapo corriendo por el patio con su cuello ensangrentado y deforme.
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