El prado –se abre delante- de intenso verde. Veo una
silueta que asoma al comienzo del pueblo.
Luego, una árida mezcla de perversos.
Nada justifica nuestra visita a la casa del centro.
Allí nos espera Joaquín.
Ni una plegaria –cada maldito domingo-, le ha salvado.
El tejido esta corrupto. Aún tibio,
Mientras, el fango avanza enloquecido por las calles.
De todo lo imaginado, aquellos años, muy poco.
Era tan cierto.
Poesía maldita juan re-crivello