Descartes nos habla de la separación de una sustancia con capacidad de pensar, el yo pensante, de la res extensa o naturaleza y de la res divina. Nada que objetar. Tal vez decir, que esta actividad que caracteriza a la razón, es una separación, que a los seres humanos les ha costado asimilar. Es una constante, en la cual el frio y delicado mundo de la naturaleza nos ha situado durante millones de años, en su regazo. Inclusive nuestros genes están impregnados de esta carga biológica que nos intimida, desde las hormonas hasta la dificultad de enfrentarnos al virus que nos ataca, o aquel sueño que regresa cada día y nos atormenta. Del lado de lo divino que podemos decir. El 90% de la humanidad cree en la existencia de un Dios. Antes o después está presente, como explicación paranormal de nuestros apetitos presentes o nuestros miedos futuros. Los ateos se (me) aferran(o) a una lucha imposible de vencer. Dejémosle correr a los creyentes. Es una pura imaginación o fantasía pensar que las creencias animistas desaparecerán del hombre-mono. Cuando se inicie el periodo no-humano(1), aquel futuro mezcla de soft autónomo y seres humanos en decadencia, que tanto anuncian las películas de ciencia ficción, en aquel –digo- espacio aun llamaremos a Dios o le inventaremos para resarcirnos de nuestra soledad.
Quizás, solo seamos capaces de apartarnos de este deseo íntimo de perfección –la idea innata de Descartes- al encontrar, otra civilización en un mundo alejado. En dicho momento, tal vez el pecado original que nos expulso del Paraíso –en la mitología cristiana esa culpa que nos atormenta- habrá desaparecido. ¿Por qué?. Pues por ser compañeros con otros seres en la galaxia, de una masa inestable –el Universo, que se expande sin más explicación ni permiso que aquella que se da, a ella misma.
(1) Defino a esta etapa como: La civilización no-humana, que está caracterizada por una red donde el soft es independiente de los deseos humanos. Las cosas se relacionan con las cosas a través de una malla en internet. Los robots generan sus propias respuestas. Los humanos representan una parte de la sociedad y están en decadencia –entendido aquello por la producción mental en relación al in-put producido por toda la sociedad.
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