Podríamos hablar de miles de estadísticas –el aburrimiento de algo que nos produce es extenso. Pero intentaremos de hablar sobre el pecado último: la inercia. Ante un batallón de malos datos, surge el liderazgo. Un incomodo y repetitivo fuego sagrado que el individuo económico desde la liberación del feudalismo, hemos sabido hacer crecer dentro nuestro. O también de la creatividad. Aquella inspiración cuando estamos al borde del acantilado y la fuerza de gravedad nos atrae hacia el lecho del mar allí abajo y… resistimos, hasta dar con una salida del extremo incierto dominado por la nausea. Aunque también podemos apoyarnos en la red de la familia, de la amante ocasional, del viejo amigo del bachillerato, del nervio dolorido pero fresco ante la adversidad. Y como no, intentar encontrar un momento para revisar nuestras estrategias de crecimiento y completar la formación. Está claro, que de nada vale cuando el salario es de 1200 y la hipoteca es de 800. Pero aun así, el crudo invierno siempre, da paso a una mañana soleada y alegre.
Dirá en La Divina Comedia, Dante
“O tu che leggi, udirai nuovo ludo:
Ciascun da l´altra costa li occhi volse,
Quel prima, ch´a ciò era più crudo.
Canto pag. 120. Inferno, Canto XXII. Edición Angelo Signorelli, junio 1972
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