“No creo en un choque inevitable de civilizaciones. Sólo podemos
integrar a inmigrantes y religiosos ajenos si, por nuestra parte, también
abrimos nuestras formas nacionales de vida. La integración no es una vía de
sentido único, sino que exige la ampliación del propio horizonte. Naturalmente,
el estado democrático de derecho debe imponer sus normas. Pero eso no lo niega
nadie. Por tal motivo, combatir el odio y la violencia exige una autoconciencia
tranquila, no afán de provocar. En la misma medida en que la guerra no es una
guerra, tampoco ese imaginario islamofascismo es una magnitud espiritual que
nos amenace”. […] “Debemos precavernos frente a semejante militarización del espíritu
occidental”.(1)
Las formas nacionales de vida –el crudo etnocentrismo- que nos separa en comunidades nacionales europeas es un límite imaginario que late debajo del proyecto europeo. Pero en su interior un océano lento e inseguro empuja con el fin de buscar acomodo desde la inmigración. Otras culturas e identidades –y religiones- con un peso relativo menor agregan una capa al oasis europeo. ¿El problema es como se salda esta suma?. O se convierten en agregados, tal cual observamos en la ruina de la periferia con sus guetos al estilo francés o se responde con la ampliación del propio horizonte como cita Habermas. Este filósofo proviene de un proyecto de homogenización fracasado, y desde el reflexiona, para alertarnos de ese efímero sueño nazi.
“Únicamente he mencionado de que nosotros éramos lo bastante mayores como para poder recordar aún nuestra juventud bajo el régimen nazi, pero demasiado jóvenes como para poder hacernos culpables”. […] “Yo personalmente, […] no tenía además ninguna posibilidad de identificarme con la visión del mundo de entonces dominante”.(1)
La tortura que le impone a la sociedad una ideología higienizante, llega a provocar en la racionalidad una mueca de fastidio ante la naturaleza del terror. Inclusive –lo observamos en Habermas, o Gunter Grass- les obliga a pronunciarse –a autoidentificarse- muchos años después de haber ocurrido aquel suceso nazi. Es aquí donde esta el núcleo del segundo aspecto. Ante el islamofascismo actual, la inteligencia europea se bate en retirada de nuevo ante el horror de tener que pensar y pronunciarse frente al aumento de: estados no-democráticos e islamistas. Vemos como millones de ciudadanos enfurecidos por que critican su opinión o su líder espiritual, o células terroristas con un imaginario sectario tan seductor que llevan a miles de personas a dar su vida.
Dira Habermas “el estado democrático de derecho debe imponer sus normas”. Este aspecto queda fuera de toda cuestión, pero nos enfrentamos a corrientes de pensamiento y líderes en el cual, no es esta su prioridad, ni siquiera poseen un ámbito ideológico común con Occidente.
¿Cómo se resolverá esta cuestión?.
Por ahora la salida de EEUU de la Guerra
(1)Jürgen Habermas, filósofo
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