Ya está todo
preparado, digo. En mi casa por un extraño conducto de mi hijo menor se ha
inventado –de soft-, llegara la señal gratis de este magno evento. Debo
confesar que soy un amante del futbol relativo. Pero estos encontronazos donde
se descarga el morbo y aparecen nuestros pecados de monos humanos, son para
vivirlos. Llegaran un par de tipos –a mi casa. Serán ellas y ellos y los
pequeños. Luego, unas cervezas, y unas pizzas. Y la conexión que enlaza el
estudio con el comedor y descarga bit en la pantalla de la sala. ¿Qué quien
ganara?. Hay para todos los gustos, inclusive mi corazón pese a ser
barcelonista, no deja de sentir que un buen espectáculo no estaría completo, si
el almíbar blanco no se lanzase al cuello del tradicional rival.
Es que así
somos. Una prieta ensalada de colorismos, nacionales e incómodos, de amores por
lo que nos atrae. El equipo de nuestros sueños, la ciudad donde crecimos, la
chancla antigua y rota de nuestra abuela y hasta la vecina ondulada y
extranjera, que nos sorbe el seso por su conducta arriesgada, al pasar a
nuestro lado sin hacernos caso.
¡Thats is
life!. Extraño escaparate el de nuestros apetitos físicos. Embrujados estamos
de amores, de envidias, de cuernos que ¡ay!, ni atrevernos a ser gente normal.
Somos tan indiscretos con la fauna ajena, que desde el pasado arborícola, hasta
bajar al llano y caminar para poblar el mundo, hemos sido pecadores e ingenuos
a la vez. Y… escasos amantes de la bondad.
¡Así sea!.
Tengáis buen partido.
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