¿Es una anuncio?. Casi. En el ajetreo diario están los que creen en Dios, o los que piensan que un sueño, un ruido o una luz dan la pauta de algo que vendrá, y están también los agnósticos. Si Ud. me permite hablaremos de los segundos.
Me ocurre a veces que al entrar en mi lavabo alguna de las bombillas se que apagan y encienden. No es todos los días, pero normalmente se que algo pasara. Antes vivía en una casa y al final de un gran comedor una mesa aguantaba una gran lámpara. Desde allí la luz hablaba hasta ponerse insistente y perversa. Esto me ha seguido bastante en mi vida. No he dejado que dicho arrebato místico me sobrepase, pero debo reconocer que multitud de personas viven con ello y otras –viven de ello. Y podríamos agregar casas que hablan, escaleras que suenan o simples premoniciones. En esta, siempre recuerdo a mi madre que las cultiva. A veces se pueden explicar, otras es tan solo una señal.
Una de mis abuelas leía, los estados de sufrimiento de sus pacientes y les ayudaba. Pero no vivía de ello, era un servicio que prestaba.
¿Y ahora que?. Tan solo constatar que nuestra atmosfera racional y tecnológica convive con sensaciones animistas. Algunas predicen, otras no.
En la vasta llanura de la Pampa, donde el océano de tierra se tapiza de verde o tonos ocres, los paisanos le temen a la luz mala.
“Según wickipedia, la Luz Mala es uno de los mitos más famosos del folclore argentino y uruguayo. Consiste en la aparición nocturna de una luz brillante que flota a poca altura del suelo. Esta puede permanecer inmóvil, desplazarse, o en algunos relatos, perseguir a gran velocidad al aterrorizado observador. Muchas veces aparece a una distancia cercana al horizonte”.
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