Vuela. Se mece. Su cornada es cercana y tiesa. Nadie se encuentra en disimulo, ante 600 kilos. Una parte de los humanos le identifica con su vitalidad. Con su entrega hasta la muerte. Pero es justo de miras. De inteligencia apretada y mala.
En la carrera entre el bien y el mal. El toro es un bicho seco y duro. Impaciente por acabar con el desayuno de los poderosos.
En nuestro imaginario colectivo, el tardofranquismo se aprovecho de Él. De su recia estampa ante la falta de libertad y muerte, de un señor que construyó su poder en el asesinato. Y luego se fue.
“Y descubrimos que la tolerancia es mas bruja que el zafio dominio del generalato”.
Y su cadáver ha vuelto a aparecer. Pero el toro ya no está.
Solo aparece en pegatinas. O en la reivindicación de virilidad por un grupo de esta sociedad. Ellos hablan de: Una España colorida y apolítica. Malcriada y amante de la vida. Un lenguaje que le dice al Estado y sus políticos: ¡Aquí estamos!. ¡Hartos de vosotros, lejanos de la inteligencia!. A medio camino de un dolor de vientre y su botellón. Pero aun sin saber : ¿Qué modelo inventaremos?.
Ver imagen del toro osborne: http://www.cenp.com/wordpress/wp-content/uploads/2008/04/osborne.jpg
Origen del mito: http://es.wikipedia.org/wiki/Toro_de_Osborne
El único toro que le tiran al suelo aparte de las corridas: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/05/31/espana/1212228018.html
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