“L’amnésie est un phénomène hispanique courant concernant la période qui couvre 1936 jusqu’à la mort de Francisco Franco Y Bahamonte. Facile. Trop facile”.
Este es el comentario que dejo uno de mis lectores en mi blog en Le Monde. Y… debo confesar que me quede frio. Después de tantos años uno sigue dudando entre perdonar o reivindicar. Cada vez que a algún político se le ocurre desmontar un símbolo franquista, mi sangre se altera. A veces parecería que quisiéramos hacer desaparecer ese largo periodo de sufrimiento y odio.
¿Como?. ¡Le quitamos y ya esta!.
De las aceras, de los despachos, de todo sitio físico que nos recuerde aquel momento de solida bronca entre hermanos, o entre tíos o primos.
Pero la historia la escriben los vencedores en un primer momento. Luego la fealdad impúdica del asesinato, se nos aparece. Pero no tan solo para el franquismo, también para el periodo de la izquierda. Y puestos a contar, había una época que uno creía en la bondad de la izquierda. En su buen hacer. Pero el monstruo del estalinismo fue llenando de cadáveres, la ilusión de una nueva sociedad. Luego los pragmáticos de la maquinaria y el coche oficial, calentaron los restos de aquel sueño.
No es que la amnesia nos afecte. Es que hemos perdido la capacidad de crítica ante la imbecilidad, o el tono mediocre. La Elite se ha diluido en el pozo sin fondo de los realitis show. Todo se muestra y repite hasta el hartazgo.
Mientras, los muertos descansan en paz.
Los vivos maquinan como subsistir en un mundo débil y sin héroes.
Así fue.
¿Así será?
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