La mano en el sujetador no le impedía mirar fijamente hasta donde me encontraba. En un sentido, ella apretaba, las dos tazas de gasa y blanco. No sabemos porque extraña situación, temía dar con el. Dentro, una carne blanca y un vello rubio rellenaban aquel periplo de látex. Pero entre ambos, no era posible conectar. Ella estaba metida en un sueño, que castigaba a su efímero poseso. El, le intuía, atrapado en una sabana blanca, mientras dormía. Nada alteraba la extraña fijación del deseo. Los ojos cual ámbar, la tez clara y unas pecas en la cara, daban mas fuerza a la locura. Ella no hablaba,. ¡No podía hablar1. Se insinuaba, cual testigo de sexo y violencia. Era una situación, donde revivía un posible atraco, que cualquier humano soporta en cada noche. A él, intuimos, le visitan imaginarias féminas. Como un calco de las vivientes. De la que nos ocupa, le llamaba de aquel territorio de los sueños. Había estado en su vida presente, pero hace años. No le representaría en aquel momento, más que una cita de trabajo y un compromiso resuelto. No conocía ni su historia personal, ni recordaba su nombre. Pero,
le atizaba de insinuación y le interrogaba como ofendida ante su olvido.
Al despertar quiso olvidarle. Pero durante toda la jornada, continuo unida a el como un presagio. Quizás, ¿una llamada de lo que vendría sin mas?.
Al llegar la tarde, su compañía se desvaneció. La imagen le devolvía la insistencia en sus ambiciones. Aquella mujer que le martirizaba era el fuego de lo que deseaba. Y no podía existir tortura tan vil, que su empecinado correr tras aquel inconsistente laberinto. Al decaer la estela de insinuación, vio aun en ella, el interrogante fatuo. “Estas ahí –le decía”.
El juego perverso del sujetador, le ocultaba el infierno que le consumía. Intento regresar. Someterse a ella, estar en el sueño sin más. Nada era tan atrevido, que aquella insistencia. La dama, le obligaba a someterse.
Luego se quebró.
Un ruido agrego intriga.
Al ponerse de pie y recorrer el pasillo.
La nueva y estrecha senda le detuvo.
Le atraía, presentir, el fin de aquel sueño.
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