Adelantados al cambio tecnológico los amantes de nuevos Widgets se solapan unos a otros: Van y vienen, en pos de captar aquel invento y luego sucumbir ante su atracción.
Es un ciclo, si es un MP3, aquel me aleja del cable, de compartir con el resto del grupo familiar. Eternas canciones que otros degustan a su manera. Con ello conquisto libertad, pero desaparezco en una habitación o en el tubo de un subterráneo. Está conectada mi alma vital a aquel nuevo cacharro. Si es un móvil estoy visible, comunicado, pero me alejo de aquel teléfono estridente y vil que presidia la salita de las anteriores generaciones pre-tecno. En la cual, todos escuchaban mis amores o intensidades melodramáticas.
Alejamiento e intensidad. Pérdida de libertad y contacto.
Hasta llegar a lo imaginable. Mirar las llamadas perdidas y conectar con aquel numero que ha dejado de latir hace minutos en mi búsqueda. Para preguntar ¿Por qué?. Una inquietud que supone, que aquel tipo o tipa no podía dejar de decirme algo con urgencia. Pero a lo mejor era una pregunta vil o sin sentido o un vendedor que ofrece lo que ya tenemos. En esto de la dependencia, nada causa más risa que aquellos e-mail que nos envían diciendo”averigua quienes te han borrado de su lista de e-mail”. ¡Patético!. Si nos han quitado, ¿qué morbo suplementario nos aporta esta respuesta?.
Cada nuevo aparato o soft llega como un virus, deseando poseernos y en aquel desatino quitarnos de su dominio se hace difícil.
Pero solitario estamos y en nuestra vigilia esperamos algo que nos acerque… al otro. Temido acertijo. Los monos humanos somos un castillo de irracionalidades que exprime la tecnología aun como un juego. Y ello nos hace vanidosos, crueles y dependientes.
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