Has puesto la tarta de chocolate y naranja. Con un
corte le has apartado en un plato.
Te he mirado,
tu lengua fina ha dominado el cangrejo oscuro.
Estaba allí, dentro del postre.
Esperando que la violencia le atrajera.
No he podido hacer nada.
Un poco
del marrón y otro del dorado del acido.
Me han zurrado lacerantes. De
tal pasión la mesa ha crujido.
El zueco de tu pie nos ha sobrevolado. El
insólito retrato del abuelo ha movido su bigote.
Pero, un instante de planicie, ha aparecido en tal fuego.
Quejoso el familiar, la mesa y el postre. Nada.
Nada ha detenido el jadeo. Tuyo. Mío.
Y de la cucaracha aplastada en el suelo.
Poesía 50 más uno
juan re-crivello